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viernes, 18 de diciembre de 2015

ASCENCIÓN- GEMA GALGANI SEGUNDA INTERVENCIÓN



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Soy Gemma Galgani. Hermanas y hermanos presentes en la carne, permítanme en primer lugar depositar en vuestro corazón el beso del Amor y de la Alegría. 


… Silencio…


Estoy con y en vosotros. Vuelvo a vosotros no para hacer grandes discursos, vengo, por mi Presencia y vuestra Presencia, a favorecer la instalación de lo nuevo y de lo desconocido. Vengo, por mi Presencia conjunta al Coro de los Ángeles y al Espíritu del Sol, a hacer resonar en vosotros el canto de la Libertad y de la Eternidad.

Estaré desde ahora en adelante disponible para cada uno de vosotros sobre la Tierra, con el fin de hacer bien a vuestro corazón. Llamadme a voluntad, llamadme cuando vuestro corazón sea pesado. Cuando la Gracia parece alejarse por una razón u otra, entonces llamadme. Me revelaré en vosotros, acercándoos a esta Verdad que os parece quizás a veces todavía tan cerca y tan lejana. O que puede alejarse a la vista de las imágenes de este mundo y a veces de vuestra vida.

Represento en vosotros la esperanza, la certeza del Espíritu, la certeza del indefectible Amor, la certeza de la Unidad verdadera y magnificada en vuestra carne, incluso. Soy Unidad, soy el Espíritu, soy vuestra Estrella, la que brilla en vuestro Corazón cuando todo lo demás no está más.

No vengo esta vez a hablar de mí, de mi experiencia de vida o de las funciones que contribuyo a despertar, sino que vengo a realizar mi Presencia en vosotros. Vengo para completar y afirmar la Vía de la Infancia. Os vengo a dar la fuerza consecutiva a la humildad y a la sencillez, la fuerza del Amor, la que desde ahora en adelante, lo puede absolutamente todo porque el Amor no conoce más barreras. De diferentes modos, muchos de vosotros lo viven o casi lo perciben.

Vengo en vosotros a sonreír en vuestros labios con el beso del Amor, por la Gracia de María, a franquear en vosotros lo que pueda ser todavía doble o resistente. Sano vuestras heridas con el bálsamo de la Unidad, llevándoos a vosotros mismos y a reconocer el poder del Amor.

Estoy a vuestra disposición. Me uno, en estos momentos, al Arcángel Uriel, ángel de la Presencia por supuesto, el ángel de los Retornos, y el ángel del Evangelio de la Libertad. Vengo también a revelar al ángel que está en vosotros. Soy la que en vosotros restaura lo que todavía pueda quedar de separado y de dividido.

Apelad a mí, que esto sea por vuestro Canal Marial, que esto sea por la Estrella o por la Puerta que corresponda a la Unidad. Soy el paracleto y el Espíritu que se despiertan en este momento en vosotros en totalidad, y a quienes es lícito de apelar en cualquier acontecimiento íntimo o de este mundo.

… Silencio…



Respondo y responderé, dondequiera que estéis, a vuestras peticiones. Vengo también a asistir a vuestra Resurrección. Soy la que viene a saciar la sed de Libertad, la que os ayuda a vivir en la Luz, por la Luz y de la Luz. Aporto en vosotros la dulzura, tanto en las pruebas de la persona como en la alegría de vuestros Corazones.

… Silencio…



Soy también la que viene a sostener la Llama de Eternidad que sois, en manifestación sobre este mundo. Vengo a haceros descubrir la verdad de nutrirse de Amor, y de vosotros mismos. Aporto a vuestros oídos el Coro de los Ángeles que resuena cuando el Espíritu se revela en totalidad, cuando el Manto Azul de la Gracia os cubre, cuando el Corazón arde y se eleva.

Vengo en silencio y con fuerza si me abrís la puerta. Soy también en cierto modo, en vosotros, el cemento de la Eternidad. Vengo a aportar el brillo a vuestros ojos, a vuestra mirada y la belleza del Amor vivido en la carne y en la célula.

… Silencio…


Me dirigiré íntimamente a cada uno de vosotros, no tanto por palabras, sino por señales localizables, siempre en relación con la dulzura, lo blanco, la blancura, la belleza y la alegría.

Os ayudo en vosotros en hacer ligero lo que pueda quedar de pesado, como alrededor vuestro. La Luz emana de vosotros y viene a reforzar el despliegue de la Luz, ahí donde vuestros ojos os llevan, ahí donde vuestra mirada se dirige.

Soy el canto de la Libertad en vosotros. Cuando el Coro de los Ángeles resuena y levanta vuestro cuerpo y vuestro Corazón, os vengo a sostener desde vuestro interior en la vivencia del Amor incondicional.

… Silencio…



Estamos, como sabéis, cada vez más manifestados y manifiestos en vosotros. Somos, nosotras las Estrellas - y también los Ancianos por supuesto - cada una de las facetas de vuestro Corazón.

Vengo también, si fuese necesario, a consolaros, a consolar el corazón efímero que todavía puede sangrar, y dejar así al Corazón eterno y ascensional emerger en vosotros.

Llamadme en el silencio de vuestro Corazón. Encontrad un momento, antes de hacerme resonar en vosotros, para meditar o rezar, pero en todo caso vaciaros de lo que aparece a vuestros sentidos, colocándoos en el corazón o en el Corazón del Corazón y ahí, llamadme. Hacedlo. No creáis sobre todo en ello, sino que vividlo. Seréis la prueba viva, dondequiera que estéis.

A menudo se os ha dicho de no preocuparos de otra cosa que de la Luz. Afirmad vuestra Libertad interior antes de que ésta aparezca a plena luz, en el momento del Acontecimiento.

Haced la Verdad en vosotros y la Verdad barrerá todo lo que no es verdadero.

Soy también el aire y el movimiento, el movimiento de la Gracia en despliegue. El Aire, el soplo del Espíritu, aquel que os arrebata en el éxtasis y en la beatitud.

Os ayudo pues, por mi resonancia interior en vosotros, a poneros en la desnudez del Amor absoluto de vuestra propia conciencia. Así, tendréis la prueba de la potencia del Amor en estos tiempos. No solamente en vuestro Ser interior, sino también en las circunstancias cuando sea necesario.

Os vengo a invitar también a dejar expresarse la Verdad de la Gracia. Que esto se exprese por palabras, por gestos de intención, por vuestros ojos, por vuestra mirada o por vuestros labios y por este esplendor, este resplandor, que sale tanto de vosotros como de mí.

Vengo a facilitar vuestra escucha y vuestra armonía, la escucha y el entendimiento del canto de la Verdad, del canto del Espíritu en vosotros.

Asisto a vuestro propio nacimiento o Resurrección. Facilito este Transito también. Esto no pide ningún esfuerzo, ni algún esfuerzo para mí, porque los tiempos de la Gracia lo hacen muy fácil para el Amor y difícil para lo que no es el Amor.

Puedo venir también a ayudaros a vivir el silencio, la antecámara del Verbo. Os vengo a ayudar a estableceros a fin de tener el impulso suficiente para vuestra Resurrección. Me dirijo a vosotros en la Verdad, a vuestro Corazón y a la Luz que Sois.

… Silencio…



Mis palabras se hacen ahora escasas, aquí en este instante, porque mi silencio lleva hasta vosotros la realidad de mi Presencia y la verdad de nuestro Amor. En vuestro silencio y en mi silencio, reconozco en cada uno de vosotros a mi Amado, a mi Esposo. Os invito por supuesto a vivir y a ver la misma cosa, no por una decisión de vuestra cabeza o por una proyección cualquiera que sea, sino bien como la realidad de vuestro Corazón en este instante. Tú que escuchas, tú que me lees, vengo a invitarte al reino del Amor y al reino de la Luz, que reinan e iluminan en la Eternidad.

Mi Corazón que se consume de Alegría se hace vuestro, ardiendo de Alegría, alimentado por el Manto Azul de la Gracia y por nuestros encuentros, dondequiera que estéis.

Al tiempo en el que la Luz se hace urgente en vuestra vida, en vuestro mundo, no tengáis prisa nunca más. Instalaos totalmente en la plenitud de la Gracia, de la Luz y de la Verdad. No vaciléis para nada en el Amor de la Verdad.

Vengo a consumir también todo lo que pueda quedar de fragmentado y de dividido en vosotros y en vuestro mundo. Vengo a invitaros también a orar, no de la oración estéril que se repite sino de la oración silenciosa del Corazón que es un agradecimiento perpetuo para la Gracia de la Vida y de la Luz, y de vuestra propia Resurrección.

… Silencio…


Os vengo a sostener para cumplir el tiempo que se cumplió. 


Os vengo a levantar también, si imagináis que caéis, pero nada cae de otro que de lo que es falso; vosotros no podéis caer. Dondequiera que estéis, es la Libertad que escogisteis. Incluso si esto aún no es evidente para vosotros, pronto lo veréis claramente.

El Acontecimiento del que os hablamos no es solamente la aparición de una estrella o la Llamada de María, sino que es un signo localizable entre todos, que os vendrá a percutir por la dulzura del Amor.

Vengo también a invitaros a hacer caer todas las barreras que aún puedan quedar en este mundo. No por una acción contraria a la Unidad, sino como la manifestación concreta de la Unidad y de la Alegría. Cada minuto de vuestra vida desde ahora en adelante es una ocasión única y repetida de crecer en la Verdad, de crecer en el Amor que siempre estuvo ahí.

La Unidad y la Libertad son sinónimas. Unidad y Amor son de la misma naturaleza. Lo sabéis hasta en lo más hondo de vuestra vida íntima, porque en las relaciones íntimas que no conocí, es evidente que hay, como cuando me casé con el Cristo, el momento en el que dos se hacen uno. Pero este dos que se hace uno, no es simplemente una experiencia que sea necesaria de reproducir para satisfacer lo que sea, es una evidencia que se instala en vosotros y que no os necesita.

Aquí, en este instante, que me escuchéis o que leáis, hay la misma capacidad a vivir todo lo que digo y expreso, porque es el Verbo verdadero y porque es el momento. Alimentáos de lo que sois en Eternidad, ahí está el único alimento agradable al cuerpo, como agradable para la conciencia.

… Silencio…



No hay otra alternativa que de vivir lo que tiene que ser atravesado. No hay vuelta atrás, no hay más pasado. Todos los acontecimientos de la Tierra os devuelven inevitablemente a vosotros mismos. Todo es ocasión y pretexto, sin excepción alguna, para dejar crecer vuestra llama en la manifestación, en este mundo como en el mundo nuevo que será el vuestro para cada uno de vosotros.

… Silencio…


Recordad finalmente estas palabras que están más que nunca de actualidad, y que el Comendador pronunció tanto: la mariposa está a punto de despegar, olvidando todo lo que viene de la oruga que sin embargo ella fue. Lo mismo ocurre con vuestra Resurrección.

Sois la Vía, la Verdad y la Vida como Él lo fue; cada uno de vosotros. Al ser la Vía, la Verdad y la Vida, ¿qué espacio puede quedar para cualquiera duda que sea, o cualquiera incomprensión que sea? El Espíritu del Sol viene a borrar lo que no tiene lugar en el seno del Amor. Os incumbe de decir «Sí» a fin de atravesar en toda quietud lo que tenéis que atravesar.

… Silencio…


Permaneced con el corazón ligero, estoy en vosotros para eso. Soy la parcela de vuestro Corazón que está en resonancia con todas las demás parcelas, porque la Unidad, es la ley del Uno, es la ley del Amor que no sufre ninguna otra ley. Porque es la única verdadera Ley, que no fue redactada, y que no tiene que ser interpretada.

Escuchad el silencio del Corazón que ascensiona en el Amor. ¿No es esto todo lo que es necesario y suficiente, haciendo traspasar incluso las palabras más dulces como un alboroto inútil?

La Unidad os llama. La Luz, en su Inteligencia, lo organiza. Así crece la Alegría, en cada instante y a cada minuto que pasa, cada vez más evidente. Tal es la acción del Manto Azul de la Gracia, tal es la acción de lo que sois, sobre vosotros y sobre vuestro mundo, que os lo recuerdo, fue durante mucho tiempo el nuestro, nosotras también, Estrellas. Todas conocimos, cualquiera que haya sido nuestro destino, la misma dosis de sufrimiento, la misma dosis de falta, la misma dosis de incomprensión. La Unidad, el Amor, el Cristo, el Absoluto como decís, es la última comprensión, la que derriba todos los castillos de naipes construidos por el mental y por la persona ella misma.

Silencio…


Mis hermanas y hermanos, amad. 


… Silencio…



Pronto todas nuestras palabras y discursos no necesitarán más de ser pronunciados. Ellos cantarán espontáneamente dentro de vuestro Corazón. Entonces tendréis la certeza de que vosotros os reveláis a vosotros mismos. Sólo veréis realmente y concretamente el Amor y solamente el Amor.

… Silencio…



Entonces sí, manteneos preparados, porque ahora todo está preparado. Todo está aquí.

Bendigo a cada uno de vosotros, porque sois benditos, y en el silencio de nuestros Corazones unificados y reunificados, no hay más distancia, ni necesidad de palabras. El Verbo y la Evidencia cantan en vosotros, natural y espontáneamente.

… Silencio…



Entonces os quiero y os bendigo, y os pido a cada uno Amor y bendición. No veáis aquí una necesidad cualquiera, sino la realidad de lo que es la Vida: una bendición permanente.

Olvidad mis palabras y retened vuestra Presencia y mi Presencia reunidas en el mismo presente.

… Silencio…



Hermanas y hermanos muy queridos de la Tierra, rindo Gracia a vuestro Amor y a vuestra bendición porque la Vida es una bendición permanente, cuando no está más amputada o encerrada.

… Silencio…



Que la Paz, el Amor y la Verdad sean para siempre vuestra Morada de vida, dondequiera que estéis, quienquiera que seáis. Os abrazo en el beso del Corazón y Gemma os saluda y se queda en vosotros.


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GEMA GALGANI Segunda intervención




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